EL REFUGIO DE LA HISTORIA









Hola a todos, os traigo La Alpujarra, uno de mis lugares preferidos. En cualquier época, los que vivimos en la costa nos gusta perdernos en sus montañas, atravesar esos valles, ver los picos nevados, pintar su otoño o primavera y mirar a través de la ventana las flores del cerezo o las hojas a medio abrir del  castaño. Por las noches sentarnos junto a la chimenea y subirte los colores con el calor del fuego y el olor de la madera quemada.









El despertar de la mañana con ese aroma del pan recién hecho. Un paseo escuchando el sonido del agua. Comer con el sabor del orégano y el tomillo y saborear el dulzor de la mermelada de frambuesa…. Mil sensaciones y emociones.








Ya es la sexta vez que hablo de ella en este blog. Es mi particular apología. La he descrito, definido, he buscado sus viajeros más emblemáticos curioseando sus cuadernos de viajes de antaño. Le he sacado colores a las estaciones y me he perdido por sus rincones: la última morada morisca,  Alpujarra en julio, Cuaderno de viajes, Alpujarra en noviembre y Adarves, Capilerilla (Al final os pongo los enlaces por si queréis curiosear por alguno de ellos).










Esta vez voy a entrar más en su historia ¿Cuál es la razón de que haya tantos pueblos pequeños salpicados en las laderas? Unos pueblos tan cerca de otros, en una franja de casi cien kilómetros entre los ríos Guadalfeo y Andarax. Hay barrancos que quedan distanciados por unos pocos kilómetros y pueden llegar a tener tres pueblos seguidos.












Te encuentras con una trama de vías y caminos que están trazadas en las faldas de las montañas y las principales fielmente amoldadas a las curvas de nivel. Hay senderos que se entrelazan como lazos. Parece como si se anudara la vida de sus pobladores a lo largo de los tiempos.










La Alpujarra es el claro ejemplo de la adaptación al medio. Un biotopo que se ha creado, regenerado y preservado sin afectarle mucho los avatares.

En esta comarca se tuvo que refugiar la historia y este paisaje la ocultaría entre los pliegues de sus valles porque si no, ¿cómo habría llegado hasta nuestros días esta arquitectura morisca, esta litografía?















Llama la atención esta anarquía y desorganización en la ubicación de los pueblos, aldeas y cortijadas en las pendientes orográficas ¿un control del territorio? la dominación musulmana creaba asentamientos dispersos tal vez como estrategia militar, política y económica. Estos emplazamientos dispersos por las montañas serían entonces el germen de las poblaciones que existen hoy día.











Las tahas con su mezquita, plaza, castillos, baños y rábitas entraban en sintonía con la roca del lugar. Constituían una frontera invisible pero con un mercado abierto al mundo. 

El sistema de regadíos creó un vergel, se desarrollaron las huertas, se cultivó y se trabajó la seda. Telares que hacían la delicia del resto de la península e incluso de la corona de Castilla, una razón para que permitieran que los moriscos siguieran en esta comarca.












El morisco de la Alpujarra pagaba un alto precio por vivir aquí, por mantener su forma de vestir, comer y disfrutar de sus fiestas y ritos hasta que un día….











Los castellanos tras la revuelta morisca en 1568-71 llevan a cabo la expulsión total de los musulmanes. Se implanta la religión católica pero no llegan a modificar el urbanismo, tal vez porque las pendientes no les permitía regular la superficie. 















Se conserva entonces esa arquitectura morisca tan cercana al norte de África. Se desarrollan aún más estos asentamientos. Los pueblos se organizan en base a la iglesia y los barrios se visten de puro blanco. 








Algunos cristianos viejos siguen manteniendo con añoranza el lugar; conviven en armonía campesinos, artesanos y los pocos tejedores moriscos que quedaban. En los barrios de la parte alta se ubicaban los pastores próximos a los pastos y en los barrios bajos los agricultores para estar cerca de las tierras de cultivo y controlar el riego.










En 1572 aparecen los primeros repobladores: andaluces, valencianos, extremeños, gallegos, asturianos y cantábricos, vascos y navarros.








No todos se adaptan a estos lugares escarpados, no todos quedan aquí. Hubo tiempos de abandono, tiempos en que la Alpujarra quedó callada. Años de éxodo y drástico olvido de tierras y cortijadas que ha llegado hasta la segunda mitad del siglo XX. Los significados tradicionales de este territorio se pierden pero aún quedan las casas.









Con la expansión del turismo, nuevos viajeros llegan, algunos se quedan. Se recuperan las viviendas, se conservan bajo estrictas normas. Las condiciones de vida ya son otras. Nuevas visiones siguen conservando la Alpujarra.











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Comentarios

  1. Estuve hace muchos años en la zona y me pareció como un pedazo del pasado conservado en pura cal.
    El último refugio de unas gentes que eran tan españolas (?) como el resto (puede que más por el tiempo que llevaban viviendo aquí) y que han dejado su impronta en nuestro entorno y en nuestro propio interior. Su expulsión (junto a la de los judíos) fue la mayor mutilación de nuestra cultura. Tal vez aún lo estemos pagando.
    Maravillosas fotos.
    Un beso.

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    1. Hola Rosa. Estoy contigo que la expulsión de moriscos, por el 1600 y judíos (antes, en 1492) influyó bastante en España tanto en la cultura como en la economía. Se intento homogeneizar la sociedad en materia religiosa sin ver las consecuencias sociales que esto acarrearía. Menos mal que esas conversiones (forzosas) de judíos y musulmanes, no eliminaron sus antiguas costumbres y su arquitectura. Se habla de unos 275.000 moriscos fueron expulsados entonces de España. Gracias Rosa por compartir. Un abrazo

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  2. Qué mas puedes pedir las fotos que sacas te han traido momentos de gran alegria Un brindis por ti

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    1. Gracias Recomenzar por pasarte y dejar tu comentario. Un abrazo

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  3. Recordar mi viaje de novios a sido maravilloso gracias a ti Eme, que bonita es la Alpujarra, la que espero volver, porque nos gusto mucho, que bonitos los pueblos y todo lo que lo rodea, que paisajes, en fin preciosa las Alpujarras. Besos.

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    1. Ay, Teresa llegaste por estas tierras de montaña, escondidas a la luna y al mar, solo veladas por eso sueños de la sierra nevada. Como me alegro que te haya traído el recuerdo de buenos momentos. Un beso

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  4. Precioso lugar sin duda, que no tengo el placer de conocer en parte porque no me queda muy amano. Sí conozco la ciudad de Granada pero la Alpujarra ya es otra cosa. Esa dispersión de la que hablas me recuerda al paisaje rural gallego, salvando evidentemente las diferencias arquitectónicas. Muy bonitas esas fotografías de los pueblos, que tienen alguna semejanza con el Albaicín Granadino de casas blancas y callejones estrechos. Un lugar sin duda que apuntar para futuras visitar. Saludos, Eme.

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    1. Pues Jorge igual que tengo yo pendiente visitar de nuevo tu tierra gallega ya sabes que aquí estamos para hacerte de guía. Es una maravilla esta comarca, bueno todo Granada, pero en especial, esta donde observas el mar a la par que respiras la nieve. Un regalo. Y el albaicin es tan moro como estas calles de la sierra, calles estrechas zigzagueando entre las pendientes de las montañas al arrullo del agua. Gracias por la visita. Un abrazo

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  5. Muy bonito Emerencia, no lo conozco y me ha gustado este paseo virtual por sus calles empinadas de casas blancas.
    Y muy buena tu imagen en esa ventana con el color y alegría de las flores.
    Besos

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    1. Bueno, bueno Conxita, tienes que venir por deus y treus. Es un lugar para perderte del mundo mundial. Y de la foto, me has descubierto jeje. Gracias linda. Un beso

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  6. Qué preciosidad. He cotilleado también otras dos entradas sobre la Alpujarra y me han encantado. No la conozco, pero me gustaría mucho, aunque de poder elegir no se si iría en invierno o verano, porque es bellísima en las dos estaciones. Quizá en la temporada de frambuesa, que me vuelve loca. Y para ver de verde esa enredadera de Virginia.
    Un post genial, Eme. Y las fotografías son una delicia .
    Mil besos

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    1. Ah, y me gustado conocer de dónde viene el término "jarapa", no lo sabía

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    2. Qué bueno Chari que hayas disfrutado de las estaciones de la Alpujarra. Te diré que es una maravilla ir en una u otra. Los colores cambian, los sonidos, los sabores, hay frutas diferentes. La noche siempre es fresquita cuando el calor te quema las entrañas en agosto y el agua, siempre corriendo. Frutas las que quieras y carne de cualquier tipo, en la sierra todo se cura "las chacinas y la salud, y al pan, pan y jamón y vino". Un beso

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  7. Todavía guardo un grato y curioso recuerdo de mi única visita a la Alpujarra, allá por las Navidades de 1975 o 1976, con los mismos amigos con los que hice ese "mi primer viaje" al pirineo de Huesca. Había nevado profusamente y el paisaje parecía una estampa navideña. Pasamos un día entero en Trevélez donde, nos habían contado, que las gentes saltaban de tejado en tejado, al ser estos planos y las casas estar muy juntas, para no tener que pisar la nieve. Cierto o no, sí que observamos que los tejados no eran a dos aguas sino planos (posiblemente los de las casas más antiguas) pero no vimos a nadie andando por ellos, jajaja. Me resultó un tanto insólito por cuanto el peso de la nieve podía hundir el techado.
    Dos anécdotas que siempre recordaré es que, al llegar, dejamos el coche (el mismo Seat 127 de mi experiencia pirenaica) en una explanada que había justo a la entrada del pueblo y preguntamos por la Plaza Mayor, el lugar más emblemático de todo pueblo. Nos miraron con cara de extrañeza y por toda respuesta nos dijeron "es esto", jajaja. Luego pedimos por un restaurante y no había ni uno, pero en su lugar nos indicaron ir a casa de la Eugenia, o como se llamara la buena mujer, una casa particular que daban de comer al viajero. Comimos en la mesa de su comedor y fuimos servidos por la señora de la casa y su hijo, un chaval menor de edad que de mayor quería ser Guardia Civil. Comimos de maravilla por cuatro chavos y nos trataron como si estuviéramos en casa. Nunca lo olvidaré. Para nosotros fue algo casi inaudito. Qué tiempos aquellos. La única experiencia negativa fue que el jamón que compramos no estuvo a la altura de la fama que tiene ese producto de Trevélez, jeje.
    Me ha encantado esta entrada, por cómo nos la has presentado, por sus imágenes, y porque me has hecho recordar buenos tiempos de juventud.
    Un abrazo.

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    1. Oooh Josep Mª, qué bueno contarnos esas andanzas por esta tierra, "el refugio de la historia" la tuya y la de tanta gente que se ha asomado a estas calles, a sus plazas, en la montaña para ver los pueblecitos colgados en las laderas. ¡Qué anécdotas nos traes! saltar de tejado en tejado, ujú, pues ni me lo había planteado, y mira que ya he escrito curiosidades de esta región pero ésta... Ne da que pensar y escribir un relato, jaja. Te cuento que los tejados han servido también para conservar los alimentos, cuentan que las patatas. Hay un tipo de patata "copo de nieve" y esto es cierto, que se conservaba en hielo (como la Nunilo).Creo que los inventores del frigorífico son las gentes de La Alpujarra.
      Las condiciones climatológicas tan extremas que se dan en la sierra durante el invierno y con el objeto de conservar las deliciosas patatas que allí se cultivan y tenerlas siempre a mano y durante casi todo el año, estas gentes tan ingeniosas idearon la forma de hacerlo.
      Se llama "joyo" y consiste en hacer un hoyo en una zona de umbría que al mismo tiempo tenga un poco de desnivel, los menos sufridos en el techo. En ese hoyo se echan las patatas y se las apila formando un montón, el cual se va tapando luego con juncos o paja de centeno de manera parecida a un tejado que se construyera encima del montón de patatas y al final del desnivel se hace otro hoyo más pequeño a manera de sumidero, por donde se ira yendo el agua que pueda calar la tierra. Una vez hecho todo esto se entierra y ya tenemos el frigorífico preparado. Cada vez que queramos patatas bastará con que nos acerquemos y empecemos a desenterrarlas empezando por el punto más alto. Luego volvemos a enterrar la parte desalojada y seguimos teniendo el frigorífico en funcionamiento.

      Ay, qué pena lo del jamón, ya se dice que "de Trevélez el jamoncete, está de rechupete".

      Ya os imagino con el seíllas rodando por esas cumbres y comiendo como en casa en lo de la Eugenia. Gracias por compartir estas historias me ha hecho mucha ilusión saber esas impresiones de antaño, de la mano de los primeros turistas, cuando la alpujarra estaba practicamente siendo recuperada por comunas de hippies. Un abrazo compañero.

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  8. Qué maravilla de post, aunque sea la sexta vez que hablas de este sitio a mí siempre me enganchas.
    Un beso enorme.

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    1. Gracias Gema, tengo que pasar a leer vuestros post, ando muy liada con estrenos de teatro, dos obras en estas semanas, de cabeza jeje. Un beso

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  9. Jo, Eme, un maravilloso reportaje y muy cercano para mí, dado que mis raíces son de muy cerca, tanto que las calles y esas casas encaladas bien podrían ser las del pueblo del que es toda mi familia: Sierro. Pertenece a Almería, en la zona del Alto Almanzora y allí llega, cuando tiene agua, el Andarax. También está escondido, entre montañas, con su cementerio árabe y su pequeño castillo. Un fuerte abrazo!!

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    1. hola David, sabía de tus antecedentes almerienses. Entonces eres de Sierro, el Alto Almanzora. He entrado a visitarlo, ya sabes que soy por naturaleza muy curiosa, y claro que te sientes en La Alpujarra como en casa, Sierro también está colgado entre las montañas, los único es que no eran sitios estratégicos para los árabes, es la razón por la que no hay castillos como en tu tierra. Bonito pueblo que tienes, muy moro. Bueno, bueno, gracias por dejar este comentario. Un abrazo

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  10. Cuanta hermosura se desborda en esta entrada Emerencia, con razón es tu lugar preferido,hasta se podrían percibir los olores de la tierra, las flores...

    Historias vividas que de seguro guardan secretos que contar, muros y calles, montañas y paisajes que inspiran paz, contemplación y gozo, en fin que al parecer es un lugar de ensueño, lleno de encantos y belleza sin igual.

    Ha sido un gusto leerte y contemplar esas hermosas fotografías querida.

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    1. Hola I.Harolina, me encanta la Alpujarra, no me canso de visitarla, me da paz, tranquilidad. La montaña, el bosque, sus veredas hacia la nieve, hacia el cielo. Un mundo de vibraciones y mi energía se renueva cada vez que la visito. Me alegro compartirla contigo amiga. Un beso

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