PRIMER VIAJE DE JOSEP MARÍA PANADÉS
Hola. Seguimos con nuestra sección de
viajes hechos con la brújula imantada de tiempo y nostalgia. Por cierto, y
antes de presentaros al próximo compañero, ¡muchísimas gracias por vuestro
entusiasmo! es un placer leeros y compartir estos entrañables viajes; cada
relato es un saco de emociones y una dosis de aprendizaje que no sabría describir. Es
difícil corresponder cuando ponéis tanta ilusión y tiempo. Para los que no
seguís estos viajes comentaros que es una sección abierta a quién le apetezca
participar con crónicas de su primer viaje, esas anécdotas y momentos
inolvidables, y esas fotos de antaño. Hasta ahora han participado: MIGUEL PINA MILANO NEGRO y XUS CLIMENT
Y ahora quién nos trae su primer viaje
es JOSEP Mª PANADÉS. Es un compañero que conozco por dos de sus tres blogs: Retales de una vida y Cuaderno de bitácoras.
Jose Mª y yo hemos coincidido en profesiones y en pasiones, biólogos y escribiendo
fuera del contexto laboral, esas maravillosas coincidencias de este mundo virtual. En sus blogs se abstrae y escribe de una forma
muy fluida “sin saber quién le leerá,
como si se tratara de un mensaje contenido en una botella y lanzada al mar” (sus propias palabras). En sus páginas encontraréis relatos y creaciones
literarias basadas en pensamientos, ideas, reflexiones y vivencias personales que
se plasman cada semana en narraciones de un gran ingenio y buena dosis de
fantasía. Son relatos donde pone mucho de sí mismo y esto no es que me lo
“imagine” es que en este primer viaje lo vais a comprobar. Para mí ha sido muy interesante acompañar sus
letras.
Os dejo a un joven Jose Mª de 25 años y
su primer viaje al Pirineo aragonés. A continuación de su detallado relato
viene un suplemento, una sorpresa, que hace que este viaje sea inolvidable. Porque hay lugares que se resisten a caer en el
olvido y trascienden mucho más allá. Volverlos a visitar hace que resuenen sus
ecos en el valle y en las montañas y las musas salgan al encuentro.
¡¡¡Gracias compañero!!!
Tenía veinticinco
años, estaba soltero, sin compromiso y vivía con mis padres. Hacía un año que
me había licenciado en Biología, trabajaba como becario en el CSIC y acababa de
cumplir mis últimos cuatro meses de milicias universitarias. Con el dinero
ahorrado con la paga de alférez pude sacarme el carnet de conducir y hacer
frente a la entrada para la compra de un Seat 127. ¡Qué tiempos aquellos! El
resto lo abonaría con mi paupérrima beca. No hay nada como ser joven y
optimista. Y vivir con los padres. Fue en agosto de 1975 cuando realicé mi
primer viaje motorizado a costa de mi bolsillo, en compañía de un buen amigo y
compañero de trabajo. Esta sería la foto de una época, una situación y unas
circunstancias. Ahora le toca el turno al viaje propiamente dicho.
El destino de ese
viaje “iniciático” fue la zona del Pirineo de Huesca que comprende la comarca
del Sobrarbe. Aunque pululamos por los alrededores, el protagonismo se lo llevó
sin duda la población de Ainsa, el valle de Pineta y el Parque Nacional de
Ordesa, de ahí que esta pequeña crónica se centre en estos tres puntos
geográficos. Debo decir que yo ya había visitado esa zona, once años atrás,
durante unas vacaciones de verano. Tal fue la impresión que ejerció sobre mí
aquella experiencia que, a lo largo de mi vida, he vuelto al Pirineo Oscense en
muchas ocasiones. Y es que, aunque como Serrat, nací en el Mediterráneo,
siempre he sentido una irresistible atracción por la montaña en general y por
los Pirineos en particular.
Volviendo al viaje que
aquí nos ocupa, tomamos la ruta Barcelona-Lérida-Barbastro-Ainsa, que todavía
hoy sigue siendo la más conveniente. La diferencia con respecto al año 75, a
parte del estado de las carreteras, es que en lugar de la autopista AP-2 hasta
Lérida, que no existía, tomamos la Nacional II. De este modo, lo que hoy puede
hacerse en unas tres horas y media, por aquel entonces nos debió costar casi el
doble y más teniendo en cuenta que yo era novato al volante (y el único
conductor). Bueno, novato y prudente.
En los años setenta,
Ainsa no era tal y como podemos admirarla en la actualidad. Si bien en 1965 su
casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico, su estado de
conservación dejaba todavía mucho que desear. Tenía, sin duda, el encanto de
los pueblos pirenaicos con reminiscencias medievales, con sus calles empedradas
con cantos rodados, todo un martirio para los tobillos, y sus casas de piedra
con tejado de teja plana o pizarra. Solo su posterior restauración la liberó de
su antigua lobreguez y le devolvió la belleza que ahora ostenta.
Durante mi estancia en
Ainsa en 1964 nunca llegué a subir al casco antiguo (ignoraba su valor
histórico). Muy cerca del acceso peatonal que llevaba a la parte alta y antigua
de la villa, había (y hay) un cruce de caminos, una cruz que prácticamente
señala los cuatro puntos cardinales. Al norte, hacia Bielsa y Francia; al sur,
hacia Barbastro y Lérida (nuestro camino de ida y vuelta); al este, hacia
Benasque y Pont de Suert; y al oeste, hacia Ordesa, Biescas y Jaca. De esa cruz
de carreteras, sabía de antemano cuáles debía tomar obligatoriamente. Mis
recuerdos habían decidido por mí y como mi acompañante desconocía por completo
la zona, tomé las riendas (y el volante) y puse rumbo norte, en dirección a
Bielsa, con la intención de visitar el valle de Pineta, la cuna del río Cinca.
Otro día le tocaría el turno a la del oeste, hacia Torla y el Parque Nacional
de Ordesa y Monte Perdido.
El trayecto hasta el
valle de Pineta fue muy placentero y fácil para un conductor novato como yo. La
carretera zigzagueaba ligeramente bordeando el Cinca e iba adquiriendo, de
forma casi imperceptible, una ligera pendiente ascendente. A unos treinta
kilómetros de Ainsa se yergue la pequeña población de Laspuña, en la otra
orilla del río y en lo alto de una montaña, junto a la Peña Montañesa. Para
cualquier observador, su único atractivo residiría en su ubicación, por las
vistas que del valle se pueden adivinar desde ese pequeño enclave. A mí, sin
embargo, me trajo muy gratos recuerdos del verano del 64, porque fue en lo alto
de un camino con vistas al río, junto a una fuente, donde me despedí del que
fuera mi amor de aquel verano, el primero, el que nunca se olvida. Esa
nostalgia de viejo-adolescente me llevó a convencer a mi amigo para hacer un alto
en Laspuña con la excusa de su especial situación geográfica. La visita duró el
tiempo necesario para convencerme de lo inútil de mi empresa, pues estaba
totalmente desorientado y no daba con el lugar que buscaba. Un viejo bar, un
camino y una fuente eran todas mis referencias y, al no hallarlas, no quise
invertir más tiempo en su búsqueda so pena de hacer sospechar a mi camarada y
verme obligado a explicarle el verdadero motivo de haber querido recalar en
aquel lugar. Sentí la vergüenza del niño-adolescente enamorado. A pesar de
nuestra amistad, creo que no hubiera soportado sus bromas durante el resto del
viaje.
A unos 13 kilómetros
antes de llegar a la frontera con Francia, un desvío a la izquierda indica
Bielsa, un pequeño municipio a más de mil metros de altitud que abre la puerta
al valle de Pineta.
Aparte de los pequeños
núcleos urbanos de Javierre y Espierba, las únicas edificaciones con las que
nos cruzamos fueron algunas casas deshabitadas, que seguramente hoy han sido
rehabilitadas o reconvertidas en casas rurales. Y ya llegando al final del
trayecto, un gran número de campistas adornaban ambas orillas del río.
El recorrido en coche
se detiene forzosamente al fondo del valle, cerrado por una pared montañosa, el
circo de Pineta, también bañada por cascadas. Así pues, no pudiendo continuar
el viaje por carretera, dejamos el coche aparcado junto al Parador Nacional y
nos adentramos a pie al centro del valle, cruzando el incipiente río por un
estrecho puente de madera y anduvimos entre la zona boscosa hasta que el paseo
por terreno plano se convierte en empinado senderismo.
Una vez de vuelta, la
siguiente ruta que emprendimos, fue hacia el Parque Nacional de Ordesa. La estrechez de la carretera, en
gran parte delimitada por un denso arbolado, la sinuosidad del trazado y la
larga línea continua que nos acompañó durante gran parte del camino
imposibilitaron cualquier tentativa de adelantar a conductores y vehículos más
lentos, entre ellos algún tractor de primera generación que hizo bastante
incómodo y largo el viaje. En casos como este, odio ser el conductor, pues uno no
puede gozar del panorama en todo su esplendor, a menos que se apee para
contemplarlo y tomar alguna fotografía. Pero ¿dónde parar cuando todo son
curvas con poca visibilidad y calzadas sin apenas arcén? La excursión a
realizar también la llevaba decidida. Es la que todo caminante hace y no por
ello iba a distinguirme del resto de los mortales. Recordaba haber visto con
mis padres la “Cola de caballo”, una
cascada que recibe este nombre por su semejanza con ese apéndice ecuestre.
Nunca he sabido su altura. Solo que surge de la cúspide del barranco de Goríz
hasta romper en pleno circo de Soaso, en lo más alto del valle de Ordesa, a
unos 1.700 m de altitud. Con unos bocadillos, que adquirimos en un merendero
que había (y que sigue habiendo) en la zona del aparcamiento, y la cantimplora a
cuestas, iniciamos el itinerario en la pradera de Ordesa que, al principio,
resultaba muy grato por lo llano, ancho y frondoso del camino, pero que poco a
poco se iba empinando. Las vistas que ofrece esta ruta son espectaculares (y en
otoño todavía más, por los tonos multicolores del arbolado) y requieren ir
haciendo un alto aquí y allí para contemplar la naturaleza es su estado más
puro y salvaje. Los saltos de agua, las grutas y los rápidos son abundantes a
lo largo del camino, lo que obliga al visitante a desviarse constantemente del
camino principal.
Cuando por fin
llegamos a lo más alto del valle de Ordesa, a los llanos de Soaso, buscamos con
la vista el final de ese ancho valle esperando ver la Cola de caballo, pues me
parecía recordar que ya estábamos a un paso de la meta. Parecía mentira que
solo hubieran transcurrido 15 minutos desde el último descanso en las Gradas.
Seríamos jóvenes, pero estábamos agotados. Sobre una gran roca plana, nos
comimos nuestros bocadillos, bebimos del agua helada del río Arazas, cuyo curso
se sigue a lo largo de todo el itinerario, y rellenamos los pulmones con el
aire más puro de alta montaña. Mientras alguna que otra vaca nos contemplaba,
recuperamos la energía suficiente para continuar nuestro camino de ida y vuelta.
Espero poder regresar
a esos lugares que tanto atractivo tienen para mí. ¿Dónde mejor para dejar la mente en paz y encontrar tranquilidad? Cualquier excusa es
buena para volver y recordar, una vez más, mi primer viaje.
¿Cómo os habéis quedado? ¿No tenéis
curiosidad de saber más de estos lugares tan maravillosos? ¡¡¡ Gracias de nuevo Josep Mª!!!
Y ahora para cambiar la brújula del tiempo
una musiquita y pasamos a continuación a descubrir algo más de estos parajes y
su historia.
Imagina que encima de nosotros, solo el cielo.
Imagina a todo el mundo,
viviendo la vida en paz...
Imagina a todo el mundo,
viviendo la vida en paz...
Imagínate a todo el
mundo,
compartiendo el mundo...
compartiendo el mundo...
Puedes decir que soy
un soñador,
pero no soy el único.
Espero que algún día te unas a nosotros,
y el mundo será uno solo.
pero no soy el único.
Espero que algún día te unas a nosotros,
y el mundo será uno solo.
John Lennon - Imagine
- Imagina
Imaginad que vais a estos lugares
acompañados de Jose María. Imaginad por un momento estos paisajes y estos
valles vistos a través de su mirada, ahondando más si cabe en la tierra.
Imaginad las historias por contar, las sorpresas y los enigmas que encierran
estos pueblos narrados sin artificios en un paseo por las calles de…Un viaje de vuelta en este siglo nuestro
MMXVII. Hace apenas dos años de mi única visita a Ainsa, nunca fui al valle
de Pineta y al Parque Nacional de Ordesa...
Eme (M.)
¿Qué supone la vuelta a estos lugares Jose Mª (J.M.)? Cada vez que he vuelto ha sido como volver a estar en casa. La sensación que me embarga al
reconocerlos, ya desde la lejanía, es algo comparable a cuando uno se
reencuentra con los amigos y familiares queridos, a quienes has extrañado
durante una larga ausencia. Todo es igual y a la vez algo distinto. Siempre hay
algún detalle nuevo que descubrir, aunque repita los mismos recorridos. Volver a un lugar es recrearme mejor en los recuerdos.
M. Desde las montañas y estos valles se
ve mejor el mundo, se idealiza la vida, hay una magia indescriptible… J.M. Rincones tan mágicos… Su visión es
algo que podría calificarse casi como una experiencia mística. El contacto con
la naturaleza en su estado más puro y salvaje es algo sublime. Es como
enfrentarme a su esencia, como parte de la inmensidad del Universo, frente a la
extraordinaria pequeñez del ser humano. Las nieves perpetuas, valles
recortados por el cauce de un río que acaba de nacer aguas arriba, laderas
montañosas surcadas por saltos de agua, gargantas y cañones profundos con
aguas cristalinas, y esa flora y fauna tan singulares de las altas cumbres, todo
ello me produce un efecto parecido al éxtasis. Mis ojos no se llegan a saturar
de tanta belleza. Y todo esto lo he contemplado en esos rincones del alto
Aragón, así como en otras zonas del Pirineo catalán.
M. Majestuoso e impresionante este valle
de Pineta, que parece que te abrazan sus montañas, y con esos chorreones de
agua de nieve y ese encaje arbóreo en sus faldas… J.M. Bielsa a mil metros de altitud y con vistas al Parque
Nacional de Ordesa y Monte Perdido es un lugar ideal para relajare e inspirarse. El valle de Pineta está delimitado por montañas escarpadas de más de dos mil metros de
altitud cuyas laderas están continuamente bañadas por saltos de agua procedente
del deshielo. Si seguimos el curso del río Ara se toma la carretera que lleva a
Torla, una pequeña población a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte
Perdido llegaremos a las “Gradas de Soaso” y allí se contemplan pequeñas cascadas escalonadas, de ahí el nombre de
gradas. Por muchos años que
transcurran, recordando la contemplación de esa masa de agua, del valle y de
las montañas circundantes, uno sigue pensando que vale la pena invertir más de
seis horas en esa pequeña gesta.
M. Esta ruta ya la has hecho muchas veces ¿Qué cambios has observado en ella
cada vez? J.M. En mis últimas visitas he podido comprobar
que, mientras la naturaleza sigue, por fortuna, impertérrita, el ambiente
turístico ha revitalizado enormemente la zona. Ainsa, en concreto, luce
sus mejores galas, vive básicamente del turismo, sus calles están ahora
transitadas por muchos más visitantes y ofrece un gran atractivo para el que
gusta del buen comer, de los licores, dulces y viandas locales, y de la
artesanía popular, pero, sobre todo, para aquellos que disfrutan del contacto
con el paisaje pirenaico y con la historia y arquitectura de sus poblaciones.
Ahora las carreteras de acceso a casi todos los rincones
son mucho mejores, más amplias y mejor asfaltadas que cuarenta años atrás, qué
duda cabe. Muchos pueblos que antes sobrevivían gracias a la ganadería y la
labranza, ahora viven mayoritariamente del turismo nacional y extranjero. Se
han restaurado casas abandonadas, y prácticamente en ruina, que se han
convertido en segunda residencia para los amantes de la paz y de la montaña. La
modernidad ha dado prosperidad a la zona, pero la avalancha turística ha
provocado una sobrepoblación de paso que pone en peligro la integridad de
algunos parajes. De ahí que ahora se tomen medidas disuasorias o se limite el
acceso en coche a ciertos lugares para evitar la degradación ambiental.
M. Siento
que estos lugares forman parte de ti, se te resisten a que los olvides, trascienden
mucho más allá. Volver a visitarlos hace que resuenen sus ecos en el valle y en
las montañas, como si te llamaran a voces… J.M. Con el tiempo me
he ido familiarizando más, si cabe, con el lugar, las costumbres y las gentes.
De ahí que me sienta como en casa.
M. ¿Qué tal si nos vamos a Ainsa? Es un
lugar que me cautivó cuando la visité, no me resisto subirme de nuevo a su
muralla. Vamos. J.M. L´Ainsa está declarado
conjunto histórico-artístico, no es de extrañar que te cautive. La plaza mayor porticada es una maravilla. Al
otro extremo de la plaza delimita, tras una zona ajardinada, con lo que debió
ser la plaza de armas del castillo, que conserva los muros defensivos en muy
buen estado. Desde lo alto de esta muralla se divisa una panorámica
espectacular de los alrededores.
M. Esta plaza mayor me trae unos buenos
recuerdos. Tuve la suerte de verla con poca gente y disfruté tanto de la
intimidad de sus arcos y la amplitud de la plaza y sus jardines. El paisaje es una maravilla. Seguro que sabrás que el río Cinca un día fue navegable. Ya me imagino esas balsas de troncos de pino (nabatas) sin clavos ni tornillos solo material vegetal guiadas por esos nabateros haciendo viajes entre Laspuña y Tortosa y a veces, con esas crecidas primaverales... Pero sigamos adelante. Estas calles te envuelven de historia.
M. Su ambiente medieval
sigue vivo, marcado en la piedra, la que se ve, la que se siente debajo de esta
nueva. Ainsa me hechiza con este halo de misterio. Me traslada en el tiempo; se
perciben esos detalles de las puertas como reductos de superstición y leyenda. Volvamos
a ver estos detalles, sobre todo en las puertas. Cuéntame. J.M.
Estamos en uno de los lugares que hablan de brujas, hechizos y creencias
antiguas de Aragón. Todos los pobladores en esta región han creído en la
existencia de poderes ocultos, no solo en
forma de "bruxa", sino "bruxón", o "Diaple". Las leyendas y
supersticiones constituían una parte sustancial de la cultura del pueblo llano. En
el pueblo de Ainsa aparecen diversos tipos de signos protectores en las puertas
de sus casas: vegetales, animales y cristianos…Hay cruces grabadas en la madera
de las puertas, con un recuadro, grabado también, debajo de la cruz, en el que
pone el año de fabricación e instalación de la puerta en la entrada de la
casa…hay detentes de hojalata, rectangulares, que tienen una representación policroma del Sagrado Corazón de Jesús, clavados en la puerta o grabados…
La historia habla de amuletos protectores contra el mal. Se
colocaban “espantabruxas” en lo alto de las chamineras (chimeneas), para evitar
que las brujas entraran en las casas, pezuñas de craba (cabra) y garras de
aliga (águila), ramas de olivera o flores secas de cardo en el llamador de las
puertas o simplemente una cruz grabada en la madera, todo ello para proteger la
vivienda y sus ocupantes del mal…
En un establo había colgada de una paridera,
una piedra horadada en su centro, a la que le atribuían poderes protectores del
ganado. Y finalmente en un campo de labranza, se halló lo que se conocía como “Piedras
de Rayo o Ceraunias”, piedras de forma puntiaguda, objetos de origen celeste y
con propiedades mágicas… Había la creencia que eran producidas por los rayos al
caer a la tierra…eran el mejor de los amuletos para proteger a las cosechas y a
los pastores contra la tormenta conjurada por el poder de la bruxa pirenaica…Quizás
habría hachas, o astrales en las ventanas, con el filo hacia arriba o tijeras
en forma de cruz apuntando hacia el cielo... lo arraigadas que todavía estaban esas supersticiones en aquel
lugar... Quizás se harían cruces marcadas sobre la ceniza de la brasa apagada…
Las bruxas eran, en realidad, sanadoras y parteras,
conocedoras de las propiedades medicinales de plantas y animales, a las que la
gente acudía para obtener remedio a una enfermedad y recibir consejo o ayuda
por medios, eso sí, más o menos sobrenaturales… En el antiguo Aragón existieron
bruxas “auténticas” perseguidas y condenadas como tales por los tribunales de
la Inquisición y de la justicia ordinaria…
.......................
Y las musas salieron a su encuentro…
Tanto ha llegado Jose Mª a impregnarse del “alma”
de esta tierra, que le inspiró el relato ganador del accésit José Antonio
Labordeta, en octubre del año pasado, dedicado a los relatos basados en la
comarca del Sobrarbe, dentro del IX certamen de cuentos y relatos breves “Junto
al Fogaril”, organizado por el Ayuntamiento de Ainsa. Así pues, esa ha sido su
última visita a la comarca, con motivo de la entrega de premios. Dicho relato,
titulado “La vuelta: al final se hizo la luz”, está incluido en su recopilación
de relatos “Irreal como la vida misma”. Este año 2017, como dicho
accésit está dedicado a los relatos escritos en aragonés, tendrá que ganar cualquiera
de los otros dos premios para poder volver. Y si no, ya encontrará él otra
excusa, estoy segura.
.......................
Y hasta aquí este inolvidable viaje con
Josep Mª. Maravilloso
este recuerdo a dos manos de Ainsa. Algunas de las respuestas han sido sacadas de su
libro.
Espero que os haya gustado y ya sabéis, estáis invitados a contar vuestro
PRIMER VIAJE. Estaré encantada de acompañaros en el recuerdo. Un abrazo
OTRAS ENTRADAS DEL BLOG RELACIONADAS CON AINSA
Ha sido todo un lujo poder compartir, en este magnífico blog de viajes, mi experiencia por las tierras del alto Aragón. Quien no conozca esos lugares, le recomiendo encarecidamente que los visite. No quedará indiferente.
ResponderEliminarMuchas gracias, Emerencia, por haberme dado la oportunidad de participar con esta colaboración, que has sabido completar estupendamente con tu aportación personal.
Un fuerte abrazo.
Gracias a ti siempre, es un honor compartir estos recuerdos, los hago un "poquito" míos y me inspiran e incitan a visitarlos. No dudes en comentar a los compañeros, este es tu rincón y tu viaje. Un abrazo
EliminarEs un viaje de ensueño, muchos de los lugares los he recorrido con mi familia de camping, es muy grato volver a ver estos parajes y paisajes de la mano de Josep. Invitan de nuevo a volver. Un abrazo
ResponderEliminarPD. Joseme del viaje que te dije por tus tierras que hice hace mucho tiempo tengo las fotos muy claras por el paso del tiempo y no quedan bien al escanear. Pero te prometo que te enviaré fotos del otro viaje que de esos tengo muchos con mejores fotos. Un abrazo
Hola Mamen, como me alegro, Gracias aunque es Josep Mª el que ha puesto en mis manos este viaje tan entrañable. Qué envidia que viváis tan cerca de ellos. Pero, después de esta experiencia virtual, tengo que ir, sin dudarlo. Con respecto a tu viaje, sin problemas, tu misma y a disfrutar de nuevo con esos recuerdos. Un abrazo
EliminarHola Mª del Carmen. Ya que mencionas lo del camping, os diré (no lo comenté para no alargar más la crónica) que en una de mis visitas posteriores, en agosto de 1996, coincidí con la riada que se llevó la vida de tantos campistas en el camping de las Nieves, en Biescas, no sé si os acordaréis. Nosotros (mi mujer, mis hijas y yo) estábamos entonces alojados en el Parador Nacional de Pineta y allí solo granizó y hubo una gran tormenta. Al cabo de unos días fuimos a Panticosa y de regreso pasamos con Biescas y vimos cómo había quedado el camping. Fue una experiencia horrible.
EliminarUn abrazo.
He estado varias veces por la zona y conozco Ainsa y Bielsa... pero lo que más recuerdo es el valle de Ordesa y su cola de caballo. Allí he estado en tan diversas circunstancias y con compañías tan diferentes que podría ser un resumen de mi trayectoria vital.
ResponderEliminarMuchos recuerdos me ha traído a mí también este viaje y la entrevista.
Un beso a ambos.
Hola Rosa, está claro que todos conocéis este lugar tan maravilloso, y por supuesto Josep Mª insiste que el valle de Ordesa y la cola de caballo es para no perdérselo. Ya le decía a Mamen, qué estupendo que lo tengáis tan cerca para ir, y en tu caso, bastantes veces. Una trayectoria vital da para muchos viajes, jeje. Un beso
EliminarGracias, Rosa, por comentar. Yo también podría decir que todas mis visitas a esa zona forman un compendio vital. Además, por muchas veces que vaya a visitarlo, es casi como si fuera por primera vez. Es como hacer el amor con la mujer (o el hombre) de tu vida, jajaja.
EliminarHola Eme y Josep, en primer lugar daros la enhorabuena conjunta por una entrada que es casi un tratado sobre el Pirineo aragonés y sus circunstancias. Desde luego un lugar que he tenido la oportunidad de conocer y quedar deslumbrado por su belleza natural y sus pintorescas poblaciones. La parte de la entrevista me ha parecido una genialidad para recordar, personalmente me gusta mucho este género periodístico/literario. En resumen una experiencia magnífica. Gracias a los dos por compartir la intimidad de vuestros sueños viajeros.
ResponderEliminarHola Miguel, Gracias por la parte que me corresponde, poca pero bien avenida. Sí que lo es, Josep Mª es un conocedor fiel de la zona como has podido comprobar. Es lo que se espera de un apasionado y enamorado de estos lugares que le inspiran tanto y de esta manera. Lo de la entrevista ha sido espontáneo, de hecho nunca me lo había planteado hacer en el blog, tendré que planteármelo jeje. Gracias. Un abrazo
EliminarGracias a ti, Miguel, por el comentario tan halagador. La verdad es que hubiera llenado páginas y páginas con más descripciones y recuerdos, pues son muchas las experiencias que he vivido por aquellos lares. Pero tuve que contenerme por imperativos de espacio, jeje
EliminarUn abrazo.
Gracias a los dos por este blog viaje, que desde luego a quienes no conocemos estos lugares, me parecen preciosos, invitan sin duda a visitarlos,de modo que tomo nota para un posible futuro viaje en poder. Es uno de esos lugares sin duda de los que no hay que perderse. un beso Eme y enhorabuena a los dos. TERE.
ResponderEliminarA ti siempre por leernos y compartir estos recuerdos. Pues anímate Teresa, hay que apuntárselo en la agenda y a la menor oportunidad ¡a ver estos rincones tan maravillosos! Un abrazo
EliminarHola Tere. Lógicamente, quienes viven más cerca tiene una gran ventaja. Como menciono en la crónica, de Barcelona a Ainsa nos puede llevar unas tres horas aproximadamente. Pero si tienes la posibilidad de tomarte uno de esos puentes acueductos, te aconsejo que vayas. No te arrepentirás. O quizá sí, porque desde entonces te sentirás obligada a repetir una y otra vez el viaje, jeje
EliminarUn abrazo.
Fantástico post acerca de unas tierras que no conozco (aunque naciera también en el Mediterráneo). Al que sí conozco (a través de sus letras) es a Josep Mª, al que has "descrito" de maravilla, Eme.
ResponderEliminarMenudas peripecias las que ha ido relatando Jose Mª, siendo tan joven, hasta esa inspiración final para el relato ganador del accésit José Antonio Labordeta, como dices.
Me ha llamado mucho la atención son esos signos protectores en las puertas, muy originales y dotados de mucha simbología.
Os felicito a ambos por este post, ¡muchos besos a los dos!
Hola Chelo, si en su relato hay historias, están hilvanadas en las descripciones de los paisajes y se sueltan, van cayendo poco a poco... Gracias por mi parte y a ti por leerlo y compartir tus impresiones, Ah!! y hay que ir allí, esa cola de caballo nos espera. Un beso
EliminarSe agradecen esos elogios que, de recibirlos cara a cara me harían sonrojar, jaja.
EliminarPodría, amiga Chelo, contar muchas más anécdotas pues todo viaje trae consigo un montón de experiencias. Sólo con mi primera estancia (la de 1964), la que me marcó y me hizo volver, ya podría llenar unas cuantas páginas (de hecho, uno de mis primeros relatos se titula verano del 64).
Un abrazo.
Enhorabuena Josep Mª y Emerencia, os felicito porque habéis conseguido un relato maravilloso del Pirineo y el mano a mano para finalizar le ha dado un puntazo.
ResponderEliminarJosep Mª has conseguido transmitir en tu "primer viaje" todo tu amor a la naturaleza y al paisaje con una descripciones que nos llevas por los caminos del Pirineo descubriendo todos tus rincones. Yo también he recordado mis viajes con mis hijos pequeños a Ordesa y Monte Perdido, a el Valle de Pineta, Ainsa... realmente he disfrutado mucho leyéndote, te felicito.
Eme, tu aportación siempre engalana el relato y ésta vez has sido original y le has dado un plus.
Un fuerte abrazo a los dos y enhorabuena amigos.
Hola compañera, muchas gracia por mi parte; ha sido un placer compartir el final con Josep Mª, hubiera seguido con él hablando de este Pirineo aragonés...él tiene mucho más que aportar. Veo que tu también lo conoces, qué bueno que te hayamos traído tantos recuerdos con tus hijos. Un abrazo
EliminarMe alegra sobremanera, Xus, haber sido capaz de retrotraerte hasta esos momentos y lugares que también disfrutaste. De hecho, quien los ha visitado, solo tiene que cerrar los ojos para trasladarse y volver a sentir el placer de ese contacto con la naturaleza.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Ahora entiendo todos los detalles de ese magnífico relato en el libro de Josep Maria. La entrada muestra toda la fascinación que esa zona le inspira. Me ha encantado la descripción de los paisajes, pero sobre todo esa parte dedicada a esa pequeña mitología local. Los símbolos de las puertas... Una entrada maravillosa y la entrevista da un toque más personal y cercano. Un abrazo a los dos!
ResponderEliminarHola David, gracias. He tenido ventaja porque ya tenía su libro mucho antes de hacer la entrada; y el relato en que está inspirado “La vuelta: al final se hizo la luz” es muy bueno, te mantiene intrigada hasta el final. Conforme iba contando Josep Mª la historia, yo iba recordando cada foto que hice en Ainsa, mis imágenes iban cobraban vida con las palabras, esa urdimbre para la fantasía y la historia. Un abrazo
EliminarHola David. En primer lugar agradecerte tus palabras. En segundo lugar, reiterar que lo más maravilloso de una visita a esos lugares es la combinación de las sensaciones provocadas por las imágenes (del paisaje y de los pueblos que lo adornan) y por las historias milenarias, mitología y leyendas incluidas.
EliminarUn abrazo.
Magnífico relato del viaje de Josep Mª al Pirineo aragonés, para mí uno de los parajes naturales más impresionantes que he visitado. Me ha maravillado en particular el detalle de las descripciones, desde luego, síntoma de que es un sitio muy especial para él, encima rematado con esa estupenda entrevista de Eme.
ResponderEliminarMe ha encantado, ¡un abrazo a los dos!
Gracias Ziortza por acompañarnos en este magnífico viaje.También tu los conoces, ¡qué maravilla! bueno si ya me había convencido Josep Mª de ir por esos valles, ya si que si habrá que programar en la agenda con fecha. Un abrazo
EliminarTe agradezco, Ziortza, tu amable comentario. Como cualquier amor a primera vista, no hay palabras para justificar lo que se siente. Solo quien ha tenido la ocasión de verlo con sus propios ojos, puede entenderlo.
EliminarUn abrazo.
Completo y bien ilustrado el viaje, Josep Mª y gracias a Emerencia por darlo a conocer en su blog. Diré que ese recorrido lo he efectuado varias veces, el Pireneo Aragonés en su totalidad es impresionante, y cada vez que vas lo ves diferente y más hermoso.
ResponderEliminarMe recordaste también "La Cola de Caballo" hace años que fuimos, la caminata hasta llegar allí me resultó agotadora, pero mereció la pena ver el paisaje cambiante del camino.
Ha sido un lujo leer este viaje que me trae tantos y buenos momentos, y que tengo la intención de volver.
Gracias a los dos.
Abrazos a ambos.
Hola Mila qué alegría verte de nuevo por aquí. Ha sido un honor contar con Josep Mª. Qué envidia me dais todos los que habéis ido a la cola de Caballo. Sí que es agotadora por lo que veo, está claro que hay que ir. Me alegra tanto que te haya gustado. Un abrazo Mila
EliminarHola Mila. Quedo agradecido por tus comentarios y me alegra que mi crónica de este viaje te haya traído gratos recuerdos. También me complace ver cómo son mucho/as lo/as que han tenido la ocasión de disfrutar de ese paisaje tan espectacular.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno ese viaje por tierras aragonesas, no conozco el lugar pero ahora me siento un poquito más conocedora de todo aquello que me gustaría visitar en un futuro próximo. Me gustan esos pueblos de montaña y ver todo su carácter en cada piedra, igual que esas anécdotas que Josep Mª nos ha ido contado, me han gustado y me han hecho en algunos momentos sonreír.
ResponderEliminarGracias a los dos por este buen momento que he pasado leyendo.
Besos
Gracias Conxita, a ti siempre. Me alegra es motivador saber que con estos viajes compartidos conocemos más, de nosotros mismos, de nuestras motivaciones, de los recuerdos y sueños. Descubrir lugares, ciudades, países. Es un aliciente para seguir compartiendo. Besos
EliminarAhora, Conxita, solo hace falta que te animes a visitar esos parajes. Seguro que no solo no te arrepentirás sino que desearás volver.
EliminarUn abrazo.